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Un total desconocido

Bueno, esto es algo así como una corrección + versión extendida de una de mis prácticas favoritas de Castellano II. Espero que no sea tan mala. Comenten, si quieren :). Historia remodelada gracias a los consejos de Rosi y David. ¡Muchas gracias!

Él se sentó en uno de los bancos de la solitaria plaza, a esperar que ella llegara, emocionado porque ese día por fin podría ponerle rostro a la voz, esa voz que escuchó por tanto tiempo. Subió el cierre de su chaqueta para abrigarse del frío vespertino, pero su intención no era otra que la de calmar un poco la ansiedad que lo atormentaba, mientras los minutos pasaban con una exasperante lentitud.

A unos diez kilómetros de la plaza estaba ella, atrapada en el tráfico de las seis de la tarde. Sus ojos vagaban de un lado a otro de la cabina del automóvil mientras tamborileaba los dedos en el volante. Llegaría tarde. Si había algo que ella detestaba en el mundo, era llegar tarde a cualquier sitio. Su mente era de esas que planifican cada segundo del día, y cuando algo se escapa de su control entran en un estado parecido a la histeria. Trató de calmarse pensando en cosas agradables, como el encuentro que la esperaba, y cómo fue que él llegó a su vida. Había sido algo tan simple como una llamada telefónica equivocada, que empezó a ocurrir con frecuencia y desencadenó algo parecido a una amistad. Para cuando se dio cuenta ya pasaba horas de su día hablando por teléfono con un total desconocido. Varias veces, incluso, llegó a olvidarse de preparar la cena, y tuvo que inventar excusas sobre la marcha para su esposo.

Su esposo.

El pensamiento se repitió varias veces en su cabeza al tiempo que jugaba con la argolla dorada en su dedo, hasta que entendió del todo lo que estaba apunto de hacer: encontrarse con otro hombre a escondidas. La culpa sustituyó a cualquier otra emoción que estuviese sintiendo. Iba a traicionar la confianza de la persona más importante en su vida, iba a envolverlos aún más en la mentira que estaban viviendo, en la rutina en que se habían vuelto cada uno de sus días, en los que nadie hablaba a menos que fuera necesario, donde los recuerdos del hombre de quien se enamoró parecían cada vez más lejanos, pero aún estaban allí, y una traición no significaría fallarle al hombre en que se convirtió, sino al de antañó, del que se enamoró.

Y el deseo de ver a otro se esfumó de su mente, pues la culpa era suficientemente grande como para impedirle actuar. Apenas pudo salir del estacionamiento en que se había convertido la autopista tomó el teléfono celular para llamar a su marido. Tenía tres llamadas perdidas, de aquel con quien planeó encontrarse, y que seguramente aún la esperaba. Las ignoró lo mejor que pudo y llamó al esposo, quien para esas horas ya salía del trabajo.

Una hora después estaban en un café, a mitad de una conversación tensa y mecánica como acostumbraban. Eso no era lo que ella quería. Decidieron salir a dar un paseo, como cuando eran novios, para "recordar viejos tiempos" como bien le refirió él. Ella sonreía y se veía más o menos contenta, o eso quiso creer su marido, para consolarse. El esposo la invitó a dar un paseo por la vieja plaza. Ella sólo asintió y sonrió, aunque el miedo la congeló en su sitio por un momento. Tenía miedo de llegar y ver a aquél que la había hecho dudar de su matrimonio, hace apenas un par de horas.

Todo el camino transcurrió en silencio, él estaba de verdad agotado por la jornada laboral, mientras ella, fría y pálida, pensó en la posibilidad de cruzarse por error con su amigo, pero lo descartó de inmediato: tendría que haber esperado demasiado.

Marido y mujer caminaron por la plaza tomados de la mano,  poco a poco, inmersos en historias y recuerdos que el tiempo parecía haber desvanecido, de una época más feliz, cuando la rutina y las obligaciones no habían desplazado al romance como prioridad, y por un momento, se encontraron como los jóvenes enamorados que un día fueron, perdidos en los ojos del otro. Ambos sintieron un aire de esperanza en la mirada del otro. Mientras tanto, a lo lejos, en el banco más alejado de la plaza, una figura delgada se levantaba y se iba a paso lento caminando por la acera. Ella lo vio, y en un instante supo que él era esa voz que había escuchado tantas veces, aunque él nunca se enteraría, pues él seguiría siendo un total desconocido.

2 comentarios:

260986 dijo...

Lo diré cómo lo pensé: Me encantó.. peeero.. no termino muy bien de entender el final. Específicamente:

[..] Cuando lo vio, supo que era la persona que antes buscaba..

Con esa parte, se refiere a, con quién 'se iba a juntar' y ya, o la 'esa persona a la quién siempre esperó'. « Aunque esto último no tendría mucho sentido, por el hecho de haberse puesto a recordar viejos tiempos.

Pero repitó: Me encantó :D

Rosi dijo...

Creo que pienso lo mismo que 260986. En algún momento me perdí y no supe exactamente cuando ella decidió que no saldría con el rompehogares y se daría los besos con el marido (?).
Sin embargo, creo que a pesar de ser un poco lugar común (ya sabes, por el engaño y el arrepentimiento) me pareció que le diste un giro interesante a la forma de conocerse, ¡me gustaría que hubieras escrito un poco más sobre eso!
Pero de resto es fantástico. Un beso, Marielita <3

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