RSS

La vida continúa



            A veces me gusta pensar en mí como una especie de ente omnipresente, aunque sea para engañarme un rato, para matar el tedio que viene después de la nada, para tener algo más en qué pensar que no seas tú, en las ilusiones rotas y en lo que se siente verte recuperarte de a poco de lo que alguna vez sentiste.
            Yo, aunque no me lo hayas preguntado, sigo sentada en la banca de siempre ¿Sabes cuál? La que está frente al café de la quinta. La misma desde donde te veo pasar todos los días, con la cabeza baja y las manos en los bolsillos, mientras evitas a toda costa mirar a la calle, para no tropezarte con mi recuerdo. Cómo me gustaría que algún día fueras capaz de pasar como siempre, sentarte en el café que ya no frecuentas solo, pedir un capuchino y disfrutarlo con una sonrisa, en mi honor. Pero también sé que ya no pasará, no después de ayer.
            Te esperé como siempre, ansiosa pero serena, con la certeza de saber que pasarías como todos los días, cabizbajo y pensativo, o tal vez sonriente, cruzarías en la esquina y de a poco vería tu silueta desdibujarse hasta desaparecer en la curva. Ayer, me entretuve como todos los días, mirando a quienes pasaban, tratando de descubrir que había tras los rostros, quien saldría después del trabajo o quién tendría una preocupación fatal encima. Con la misma fórmula había descubierto adulterios, robos, amores secretos e inclusive un par de asesinatos. Podría decirse que me sobraba tiempo.
            Y ahí estabas. Lo primero que vi fue tu chaqueta gris asomarse desde la tercera calle, avanzando con el mismo paso lento y acompasado de siempre, y sonreí, aunque no estuvieses allí para verlo. Paso a paso, no despegué la vista de tus andares, que aunque habían perdido la gracia de aquellos días en que eras feliz, a estas alturas ya parecían algo más propio de un hombre en sus veintes. Ya ibas cruzando la intersección de la calle cuarta cuando mi sonrisa creció a niveles insospechados, ya estabas más cerca. Una ráfaga de viento despeinó tu cabello oscuro, pero no pareciste darte cuenta, seguiste caminando.
            Cuando pisaste la acera de la calle quinta, una sonrisa, una verdadera, se instaló en tus labios. Era esa misma sonrisa la que desde hace un mes venía viendo cada vez que pisabas la acera, a la misma hora de la mañana, cuando mirabas al final de la calle para confirmar que allí estaba ella. Una guapa morena que te sonreía cuando se cruzaban a mitad de la acera, justo frente a mi banca. Un encuentro casual, pero que parecía casi cronometrado, y del que yo era testigo todos los días. No negaré que me hizo sentir mal en un principio, pero luego entendí que ella podía ser lo que yo no fui, lo que no pude ser, lo que ya no sería.
            Me permití quitar mi vista de ti, para mirarla: se arreglaba las puntas de los rizos marrones, preparándose a sí misma para verte. Definitivamente, no le eras indiferente. Me reí en voz baja, cómplice del momento que estaban a punto de vivir. Caminaste hacia donde ella estaba, mientras tratabas de no verla directamente, al menos no desde tan lejos, cuando pasó algo que quizás ninguno de los dos esperaba: tu mirada se atrevió a ir al otro lado de la calle, justo hasta donde yo estaba sentada, y pude sentir que me mirabas, o al menos imaginar cómo se sentiría si pudieras. Y créeme, que en ese instante deseé ser visible para ti, deseé que pudieras verme sonreírte de verdad, deseé estar viva. Tu mirada se congeló en mí, en el sitio donde estaba sentada, tu expresión en shock, mientras seguías caminando ¿De verdad me habrías visto? Para el momento en que me formulé esa pregunta, tu cuerpo chocaba con otro sin la suficiente fuerza para caer, pero sí para hacerte reaccionar.
—Disculpa, de verdad, no fue… Yo iba —te interrumpiste a media frase cuando viste quién era. Ella, que te sonreía mientras se frotaba la frente con una mano. No pudiste evitar regresarle una sonrisa igual.
—Tranquilo, yo iba despistada también —mintió rápidamente—. Pero si lo lamentas mucho, tal vez un buen café lo compense.
—Estaba a punto de sugerir exactamente lo mismo —ofreciste con la sonrisa más sincera que te hubiese visto en mucho tiempo. Señalaste hacia el pequeño café que tenían detrás, y abriste la puerta para ella. Te quedaste un momento más con la puerta abierta, miraste en mi dirección con una expresión que yo conocía: culpa. Supe de inmediato que te sentías culpable por seguir adelante, por dejar atrás mi recuerdo y tratar de ser feliz, y aunque no había forma alguna en que me escucharas, decidí hablarte.
—La vida continúa para tí. No dejaré de amarte, nunca. Sólo quiero que seas feliz, por mí, por todo lo que alguna vez soñamos… Por ti. Vive —tú seguiste allí, un par de segundos más, ajeno a lo que había dicho, sólo mirando. Suspiraste y entraste para reunirte con la mujer que te haría sentir feliz, completo de nuevo.
            —Te amo —susurré mientras una lágrima inexistente se deslizaba por mi cara.

Esto quedó bastante extenso. Terminando de escribir a las 4:03am. No está ni siquiera revisado aún, en cuanto lo edite actualizaré :D
Mariela

5 comentarios:

Rosi dijo...

Me encanta que la etiqueta sea "oportunidades". Conozco esas oportunidades, en las que sabes qué decir pero no te animas. Suspiro porque sé lo que se siente.
Muy bueno. Cuando escribes, a veces, la mayoría, me mueves sentimientos. Abres la caja de pandora XD

Eileen dijo...

Como dices, quedó un poco largo, pero de verdad que me provocaba leerlo, luego de hacerlo fue que me fijé en su extensión xD Me gustó mucho, ¡fue tan real!, jaja ¡qué triste cuando eso pasa!

Edelynda dijo...

Querida Marieee me gusto mucho, un poco de libro de autoayuda pero con tu toque distintivo.

luzmar dijo...

oh! esas oportunidades! sip deja salir los mil sentimientos el relato, fue casi que "vivido" algo asi como se sintio mucho! no sé como expresarlo , no consigo la palabra XD

Marielisa dijo...

La chica es stalker, pero una stalker sutil, sin esconderse pero sin pronunciarse. Me gusta.

A veces quien amamos solo siente culpa por nosotros, a veces ni eso.

Publicar un comentario

Los comentarios son gratis... Por ahora. A partir de mañana empezaré a cobrarlos, así que aprovecha y comenta :D